Necesitamos hablar de ingeniería

DATA: 10/11/2022

Publicado por: OEC

Por Claudio Medeiros*

La exportación de servicios de ingeniería es una actividad estratégica para las mayores economías mundiales, generando empleos, renta e inversiones a lo largo de la cadena de proveedores que integran el ecosistema del sector, equilibra el balance de pagos nacional y sirve como instrumento de la política de comercio exterior. Por la complejidad de los proyectos ejecutados y de la alta competitividad, el mercado es dominado por solamente 15 países y 300 empresas, con historial reconocido de capacidad técnica y presencia asidua en la exportación. Brasil es uno de ellos y testigo de los aumentos en la producción de conocimiento interno a partir de la inversión en innovación tecnológica y el incremento técnico en emprendimientos ejecutados tanto en el mercado internacional como en el doméstico.

El papel del Estado como fomentador de la internacionalización es pacificado, sobre todo por la generación de valor para la economía local, como ocurre en los Estados Unidos, Japón, Alemania, China y Reino Unido en sus cadenas productivas. Ya Brasil, en la última década perdió posiciones en el ranking de países exportadores de ingeniería para asistir al avance de las contratistas extranjeras en nuestro país y en América Latina.

En que pese a la profunda crisis enfrentada por el segmento nacional hace casi una década, se preservó la capacidad técnica, con pruebas de resiliencia. Las marcas nacionales mantienen grandes contratos de prestación de servicios en el exterior, con brasileños ejecutando proyectos de alta complejidad y condiciones de viabilizar puertos, aeropuertos, hidroeléctricas, termoeléctricas, entre otros proyectos de elevada exigencia técnica.

El principal cuello de botella para la exportación de bienes y servicios de ingeniería es, por tanto, el financiamiento de largo plazo o aval segurador, a fin de permitir la competencia de las empresas brasileñas con sus competidores internacionales.

De 1989 hasta el 2015, cuando fueron suspendidos los desembolsos para este segmento, el volumen de financiamiento dirigido por el BNDES para incentivar exportaciones de ingeniería totalizó US$ 10,5 mil millones. En contrapartida, el banco recibió US$ 12,8 mil millones en pagos de los países receptores de los préstamos, con US$ 1 mil millón de saldo deudor pendiente.

Considerando el impacto con la recaudación de impuestos y la generación de empleos en el territorio nacional en toda la cadena, el superávit para el Estado es aún mayor. Brasil llegó a alcanzar una participación mundial del 3,2% en el 2015, cuando este mercado sumó US$ 500 mil millones. En comparación, Turquía, economía que es cerca de la mitad de la nuestra y con menor diversificación industrial, cuenta hoy con el 4,4% de este mercado, lo que demuestra que es plenamente posible para Brasil retomar una posición compatible con el tamaño de la economía nacional.

Las empresas españolas notaron la saturación del mercado doméstico y apostaron en la internacionalización: OHLA, Sacyr, Acciona, FCC, Ferrovial y ACS, mayores constructoras del país, cerraron el primer semestre del 2022 con una cartera de 205 mil millones de euros, con obras en Colombia, México, Chile, Perú y Brasil.

Por aquí, seguimos perdiendo relevancia y oportunidades desde que la exportación de servicios fue blanco de ataques infundados de que se prestaban a drenar recursos nacionales. Entre el 2003 y el 2018, la actividad representó solo el 1,3% del total desembolsado por el BNDES, mientras inversiones en la infraestructura nacional, en el mismo período, respondieron por el 36%.

Levantamiento producido por el Sindicato Nacional de la Industria de la Construcción Pesada (Sinicon) muestra que, por cada R$ 1 millón invertido en infraestructura, hay un incremento directo en el PIB del país en R$ 1,4 millón y tantas otras oportunidades indirectas que impactan a las cadenas productivas de 32 sectores de nuestra economía.

La utilización de estos mecanismos debería volver a la pauta de los gestores públicos, abriendo un debate, esta vez más calificado y que permita la revisión y reanudación de los instrumentos oficiales. No existe país grande sin empresas fuertes y comprometidas con el crecimiento nacional. El voluntarismo del pasado rindió lecciones que no pueden ser olvidadas, mucho menos revividas.

*Claudio Medeiros es presidente del Sindicato Nacional de la Industria de la Construcción Pesada-Infraestructura (Sinicon), vicepresidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB) y Diretor de Relaciones Institucionales en Novonor.

Artículo publicado originalmente por el diario Folha de São Paulo el 1 de noviembre. Haga clic aquí

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