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Un horizonte de cosas buenas: experiencias por el mundo
DATA: 21/12/2022
Venezuela, Angola, Perú, Panamá y República Dominicana son lugares que para siempre formarán parte de la vida de los integrantes de Horiens Arlecio Rodrigues, Carlos Eduardo Lichtenberger Junior, Francisco Paladino, Nayara Santana y Orlando Sanchez.
Fue en esos países que ellos construyeron parte de sus historias, lugares en que vivenciaron grandes pasos profesionales y que transformaron no solamente su mundo, sino también su visión de mundo.
“En medio a los desafíos profesionales y a los pequeños y grandes descubrimientos diarios de vivir en un nuevo país, la cultura de la empresa es un lugar conocido, trae la guía y la seguridad”, destaca Nayara Santana. “Para mí, vivir y trabajar afuera fue una gran oportunidad de respirar nuestra cultura profundamente, ejercitando el ‘ser empresario de su propio negocio’ en la práctica de servir al cliente, estando de hecho junto con él’, completa Arlecio Rodrigues.
Por medio de relatos de los participantes de la serie ‘Un horizonte de cosas buenas: experiencias por el mundo’, vamos a conocer más de estas experiencias que trajeron grandes momentos para sus vidas.
Vea a continuación el primer testimonio, de Arlecio Rodrigues, gerente de riesgos y seguros de Horiens.
La práctica de la creencia en las personas y en su capacidad de evolucionar
Arlecio Rodrigues, integrante de Horiens desde 1991, tiene como una de sus principales experiencias de vida el período que vivió fuera del país, más precisamente en Venezuela y en Angola.
En esta jornada, además de explorar estos países que fueron su base, Arlecio mantuvo una intensa rutina de viajes de trabajo en las regiones en que actuó. En total, fueron siete años en Venezuela, que considera su segunda casa, país por el cual nutre un inmenso cariño y grandes historias y recuerdos. En Angola fueron casi dos años, también guardados con nostalgia.
Vamos a conocer un poco más de su historia que se mezcla, en gran parte, con la trayectoria de Horiens por el mundo.
Una invitación
“El año era 2009 cuando recibí la invitación para ir a Venezuela. Me sorprendí mucho, pues no había, yo mismo, mapeado esta perspectiva de actuación internacional para mí. Mi líder, en esa época, me ayudó de forma decisiva a ver nuevas perspectivas cuando dijo: ‘Yo solo hago la invitación para quien sé que puede enfrentar este desafío’. Acepté al momento, incluso sin hablar una palabra en español y ni siquiera conocer el país. Entendí el pacto de confianza que estábamos firmando allí, en una relación recíproca. Allí comencé a entender, en la práctica, uno de los grandes pilares de la cultura de la empresa, que es la confianza en las personas y en su capacidad de evolucionar.”
Nuevos desafíos
“Del 2010 al 2017, actué liderando el programa de seguros de los negocios del grupo Novonor en Venezuela. Fueron mil desafíos, aquel frío en la barriga constante. La barrera de la lengua fue el primer obstáculo que tuve que vencer, cuando llegué. La adaptación al país fue una gran prueba, pues había mucha inestabilidad política y social y, claro, tenía mis superaciones a conquistar en el ejercicio de la profesión. En medio a todo eso, me identifiqué de una forma sorprendente con la cultura del país y las personas. ¡Fue un período increíble!”
Descubriendo Venezuela
“En Venezuela, la forma como las personas enfrentaban a la patria con amor llamó mucho mi atención y generó reflexiones de gran valor para mi vida. A pesar de la inestabilidad política, las raíces y la identidad del pueblo es algo grande que solo descubrí al vivir allá. El clima de montaña, las playas maravillosas, la cultura, la comida y las personas forman una combinación maravillosa. Hice muchos amigos, fue un período inolvidable y que marcó mi vida, además de mi profesión. Solo tengo una cosa a decir: qué memorias fantásticas construí por allá.”
Platos típicos que dejaron nostalgia
“Además de todo lo que viví, de los amigos que hice, del clima y de la belleza de Venezuela, recuerdo con cariño especial la culinaria maravillosa que descubrí en el país. Los patacones, discos aperitivos de plátano verde fritos, las famosas arepas, pan de harina de maíz rellenos, y el Pabellón Criollo, considerado el plato nacional de Venezuela, hecho con arroz, frijoles negros, plátano burro frito y carne deshilachada, están entre mis mejores recuerdos.”
Un tiempo en Angola
“Ya estaba completamente apropiado de mi vida en Venezuela, pero en el 2018 la vida dio vueltas nuevamente y tuve la oportunidad de establecerme por un período en Angola. El recuerdo y el aprendizaje más vivo en mí son cómo todo es una cuestión de perspectiva. Cuántas veces pensé: ¿cómo lo que consideramos ‘poco’ puede ser considerado ‘tanto’ por otros? Vivir de cerca la realidad más dura del pueblo angolano te trae una nueva visión de cómo enfrentar la vida.”
Viví un mundo de cosas por estar abierto a cambios
Francisco Paladino, integrante de Horiens desde el 2011, deseaba una experiencia fuera de Brasil, buscó una oportunidad y la consiguió. En el 2012, él y su esposa, Renata, prepararon las maletas rumbo a Panamá, donde vivieron hasta el 2017. Chico, como es conocido por sus colegas, compartió un poco de los desafíos y conquistas de esta fase de su vida. Vea otro capítulo de la serie ‘Un horizonte de cosas buenas: ¡experiencias por el mundo’!
En busca de un sueño
“Siempre tuve ganas de tener una experiencia internacional. Algún tiempo después que inicié mi trayectoria en Horiens, en un día cualquiera, escuché por casualidad que había la necesidad de tener un integrante de la empresa en Panamá. Decidí postularme y, para mi sorpresa, ¡funcionó! Estaba comprometido, me casaría en el 2013, pero anticipamos todo para que pudiésemos iniciar nuestra vida juntos en otro país.”
Frío en la barriga
“Tenía expectativas muy positivas, que se confirmaron, pero al inicio es natural sentir aquel frío en la barriga. Yo no era fluente en español, entonces salía todos los días con dolor de cabeza tamaña la concentración y esfuerzo que hacía para seguir y participar de todo. Otro punto que me causó cierta preocupación fue el nivel de interlocución que comencé a tener, tanto internamente como con el mercado asegurador, a fin de cuentas yo estaba en la línea del frente. Eso te saca de cualquier zona de confort, usted participa de forma profunda de los desafíos del negocio. ¡Es un aprendizaje sin fin!”
Un sueño que se hizo realidad
“Tengo que decir que los cinco años que pasé en Panamá fueron la mejor experiencia de mi vida. Crecí mucho profesionalmente y me sentí amparado por la confianza que la empresa depositó en mí. Teníamos en esa época más de 10 proyectos simultáneos ocurriendo en la región, sumando más de US$ 4 mil millones. Por Horiens yo actuaba como risk manager y estaba allá, viviendo el negocio intensamente y apoyando, incluso, otros proyectos del grupo Novonor en América Latina.”
Los mejores momentos
“Además de vivenciar por dentro grandes proyectos del grupo Novonor y ganar autoconfianza profesionalmente, fue también un período personal muy bueno. Mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de conocer prácticamente todo el Caribe y nuestra primera hija, Paola, es panameña, nació allá, en el 2017. Otro hecho que me marcó fue un curso del IMIA Academy que tuve oportunidad de hacer, en Berlín, al inicio del 2013.”
Momentos que quedan
“Siento nostalgia de mi casa en Panamá. En realidad, siento nostalgia de todo el día a día. El lugar en que vivíamos, la Cinta Costera 3, era increíble. Me acuerdo de caminar feliz por allí, en una atmósfera tranquila y dinámica al mismo tiempo, un lugar que sin duda está entre mis mejores recuerdos de vida.”
¿Qué usted tiene que perder?
Nayara Andrade, integrante de Horiens desde el 2013, se sorprendió con la invitación que recibió solo un año después de ingresar en Horiens. En su destino estaba un país que la conquistó: Perú. Conozca a continuación recortes especiales de esta trayectoria de vida y carrera en otro capítulo de la serie ‘Un horizonte de cosas buenas: ¡experiencias por el mundo!’
Una pregunta-clave y una respuesta decisiva
“Inicié mi carrera en Horiens con 30 años, pero aún como pasante, cuando estaba cursando mi segunda universidad. Imagine cuál no fue mi sorpresa al ser invitada por mi líder, solo un año después de haber ingresado en la empresa, para asumir un desafío en Perú. Pedí un tiempo para pensar, ella me lo dio, claro, pero no sin antes dejar una pregunta que me marcó: ¿qué tienes a perder? Acabé respondiendo el mismo día. Es increíble como la vida puede cambiar de una hora para la otra.”
Corazón lleno de expectativa
“El día 5 de mayo de 2014, embarqué con mi marido, Tiago, para Perú, con el corazón a mil. Nos casamos antes del viaje. Muchos cambios estaban diseñándose en mi vida. Los desafíos que recorrí no fueron fáciles, pero fueron placenteros. Fue un período de amplio aprendizaje, pues desde Perú hacía la gestión de seguros de personas en apoyo a otros países, en una intensa rutina, incluso de viajes por América Latina.”
Conexión verdadera
“Me adapté muy bien al país. Me sentía en casa. Fue, incluso, más fácil adaptarme allá que en São Paulo, mi base actualmente. Soy de Salvador y puedo visualizar muchas semejanzas entre los soteropolitanos y los peruanos. Creo que la principal de ellas es que las personas son muy conectadas unas con las otras, son calurosas. Estuve cuatro años en Perú. Puedo decir que me sentía en mi lugar, muy realizada en diferentes planes de vida. Para mi marido también fue un período muy fructífero.”
Regalo
“Mi mejor regalo en Perú fue el nacimiento de mi hija mayor, Bella. Suelo decir que dejé un poco de mí en Perú y traje un poco de allá conmigo. Eso está marcado para siempre en mi vida y en mi familia.”
Una palabra llena de recuerdos
Perú en una palabra para mí es nostalgia. Tenemos nostalgia de los amigos, de los lugares que visitamos, de la culinaria de allá, que amo, con sus platos riquísimos. La pimienta peruana Ají, que ellos transforman en una pasta maravillosa, les da un sabor muy especial a las recetas. Inca Kola, el refresco local, también me hace recordar los días maravillosos que vivimos en Perú.”
Experiencias que cambiaron mi vida
Orlando Sanchez está cumpliendo 10 años en Horiens en el 2022 y en ese período, además de Brasil, trabajó en la República Dominicana y en Perú. ¡Vea en el relato a continuación, de la serie ‘Un horizonte de cosas buenas: experiencias por el mundo’, los aprendizajes y recuerdos que quedaron de este período!
Decisión rápida
“Supe de la oportunidad de trabajo en la República Dominicana, me postulé, estuve tres semanas en Santo Domingo y lo adoré. Fue todo muy rápido. ¡Antes de ir, lo único que sabía de la región era que las playas son lindas! Incluso así, seguí adelante. Cuando vi, ya estaba allá.”
Experiencia inmersiva
“Estar dentro del cliente es una experiencia increíble. Yo era la persona de Horiens en el proyecto, apoyando directamente al negocio, en una obra emblemática para la región. Es todo muy intenso, un período de mucho trabajo y alta exposición. Noté un desarrollo profesional enorme y de forma muy rápida. Fueron innumerables desafíos en la llegada, desde la adaptación al país y la vivencia en el idioma, hasta cuestiones relacionadas a mi trabajo propiamente dicho, con la colocación de todo el programa de seguros del cliente. Si lo piensas mucho, no vas (risas).”
Nueva fase
“Después de un año y seis meses en la República Dominicana, fui para Perú. Eso fue en el 2015. Recuerdo bien los primeros seis meses, son más tensos, hay una dedicación intensa para que usted logre ambientarse bien con los desafíos, la forma de trabajar. Me sentía en el medio del huracán, pero veo eso como positivo. Esa experiencia lejos de casa trae junto con ella una rutina dinámica, muy productiva, en que se aprende mucho.”
Momento especial
“Mi historia en Perú se mezcla con mi esposa, Milagros Zarate. Ella es peruana, la conocí en Lima cuando estaba trabajando allá. Un año después ya estábamos viviendo juntos y en el 2018 ella salió embarazada de nuestro primer hijo, Matheus, poco antes de retornar a Brasil. Hoy ya somos cuatro, mi segunda hija, Fernanda, nació en el 2021. Solo tengo recuerdos buenos de los países en los cuales construí páginas importantes de mi vida. Cuando miro para atrás, sé que cada paso dado valió la pena.”
Compromiso con mi decisión
Carlos Eduardo Lichtenberger Jr. inició su carrera en Horiens en el 2009. Dos años después, en abril del 2011, recibió una propuesta de expatriación. El destino era Perú, donde estuvo cerca de cuatro años, un divisor de aguas en su carrera y en su vida. Antes de retornar a Brasil, asumió también un desafío en México, país del cual se enamoró y donde nació su primer hijo, Theodoro. Vea a continuación el relato de Carlos para la serie ‘Un horizonte de cosas buenas: experiencias por el mundo’.
Elección con impactos
“Al aceptar una propuesta de trabajo fuera del país, usted está haciendo una elección con impactos en todos los aspectos de su vida. Usted debe estar comprometido con su decisión o no funcionará. Para comenzar, anticipé mi matrimonio, que aún no estaba planificado, para que mi esposa, entonces mi novia, Gabriela, pudiese ir conmigo. Fui el primero de mi grupo de amigos en casarse. Ella se sumergió conmigo en esa aventura, abandonó su carrera en Brasil, y fuimos juntos a descubrir aquella oportunidad”.
Nos desafiamos a no acomodarnos
“Pasamos por muchos desafíos hasta adaptarnos. No conocía bien el mercado de trabajo local y su reglamentación, pero me desafié a profundizarme, leer mucho, estudiar, entender las normas, comenzar desde cero. Para mi esposa, Gabriela, sería más cómodo quedarse en casa, pero no fue lo que ella hizo. Antes de poder establecerse profesionalmente en Perú, ella llegó a invertir en una marca propia de ropas, tuvo que perseguir un camino. Mi experiencia también fue de salir de la zona de confort”.
Resultados
“Hoy, estoy muy satisfecho de ver los resultados alcanzados. En esa época, logramos garantías con aseguradoras para viabilizar proyectos de infraestructura en Perú, algo nuevo para aquel mercado. Las garantías eran hasta entonces, en general, bancarias. La estrategia trajo un ahorro relevante para el cliente y la generación de ingresos nuevos para Horiens. Además de esto, haber dejado mi huella en proyectos emblemáticos como Chaglla, Tren Eléctrico y Olmos, es muy gratificante para mí”.
Creando lazos
“Una de las cosas más interesantes de la expatriación es vivir todo muy intensamente. Sus colegas de trabajo, de la empresa y del mercado, se convierten en amigos. Formamos un círculo de amistades muy sólido. Incluso fui a matrimonios de amigos peruanos. Teníamos también el futbol del fin de semana y viajes para conocer el turismo local. Era una rutina diferenciada, mucho trabajo, con excelentes momentos para disfrutar”.
En tierras mexicanas
“Cuando creí que la rutina ya estaba dominada, vino la oportunidad de ir a México. Con respeto y transparencia, busqué la oportunidad para continuar desafiándome, aprendiendo y creciendo personalmente y profesionalmente. Creo que México estaba en mi camino. Mis padrinos viven en ese país desde 1996 y siempre me imaginé viviendo allá. Fuimos para allá en el 2015, mi esposa estaba embarazada y aún no lo sabíamos. Fue un período increíble. Mi primer hijo, Theodoro, nació en México y tenemos mucho orgullo de eso. Él principalmente. Nos identificamos mucho con ese país”.
Lecciones y recuerdos
“La expatriación hace que veamos el mundo a través de otros lentes. Nunca fue fácil, pero es muy enriquecedor. De la misma forma que la expatriación es desafiante, la repatriación también lo es. Considero muy positivo el saldo de todo lo que viví. Si tuviese la oportunidad de hacerlo de nuevo, lo haría igual, no cambiaría nada”.
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