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Programa social de FNO ayuda en la reducción del éxodo rural de jóvenes en Bahía
DATA: 25/08/2024
“Si los jóvenes continúan yéndose del campo, ¿cómo se quedará la agricultura?”. Esta es una preocupación de Ana Mirela Silva da Conceição, 17 años, hija de agricultores del municipio de Taperoá, en Bahía. Fenómeno social que afecta principalmente a los integrantes más jóvenes de las familias rurales, la migración para los centros urbanos representa, para muchos, la creencia de una solución única para obtener mejores perspectivas de estudio, trabajo y oportunidades para prosperar.
El éxodo rural es una realidad que Brasil está enfrentando hace mucho tiempo: el desplazamiento masivo del campo para las ciudades sucedió principalmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), en la década del 60, la población rural representaba el 54% del total nacional. En 2022, el porcentual disminuyó drásticamente, para 13,6%. Como consecuencia, el campo sufrió con la escasez de mano de obra calificada, así como la disminución de la producción agrícola y un mayor riesgo de inseguridad alimentaria en el país.
Motivada a no ser otro caso de la estadística, Ana Mirela ingresó en la Casa Familiar Agroforestal del Bajo Sur de Bahía (CFAF) para superar lo que escuchaba desde niña, de que no era posible tener acceso a una buena educación y calidad de vida en el campo. CFAF es una de las instituciones de enseñanza media integrada a la enseñanza técnica que ejecutan el Programa de Desarrollo y Crecimiento Integrado con Sostenibilidad (PDCIS), coordinado por la Fundación Norberto Odebrecht.
Actuando hace más de 20 años en el Bajo Sur de Bahía con el propósito de promover el desarrollo territorial sostenible, el PDCIS ya impactó a más de 650 mil personas. Con enfoque en la inclusión socioproductiva de jóvenes de la zona rural, impulsa el espíritu emprendedor y el crecimiento económico en armonía con el medio ambiente. “Observé que porque mi papá no tuvo acceso a la enseñanza que recibo, no pudo alcanzar la productividad que hoy tengo en mis cultivos y que genera renta. Quiero calificarme cada vez más en el área”, cuenta Ana Mirela.
En un contexto donde solamente el 17,2% de la población rural concluye la enseñanza media, conforme una encuesta del 2023 de la Confederación Nacional de los Trabajadores de la Agricultura (Contag), la profesionalización de los jóvenes en cursos de formación técnica que dialogan con la realidad en el campo se demuestra eficaz para estimular la permanencia en sus regiones.
“Le debemos esto a una serie de factores, pero destaco la metodología de las Casas Familiares como un gran diferencial. Con la Pedagogía de la Alternancia, los alumnos pasan una semana en la escuela en período integral, con clases teóricas y prácticas, y dos semanas en las propiedades de sus familias, aplicando los nuevos conocimientos en sus proyectos productivos implementados con inversiones del Programa, bajo el seguimiento de monitores especializados”, explica Cristiane Nascimento, responsable del PDCIS en la Fundación Norberto Odebrecht.
La Encuesta de Beneficiarios del PDCIS del 2023 demostró que, entre los alumnos activos de las Casas Familiares, localizadas en Presidente Tancredo Neves, Nilo Peçanha e Igrapiúna, el 76% no tiene intención de irse del campo. “Es perceptible como la entrada en estas instituciones cambió la visión de futuro de los estudiantes. Muchos, ahora, manifiestan su voluntad de continuar desarrollando un excelente trabajo con sus familias en el campo”, cuenta Andreia Santos Soares, madre de Gabriel Soares, alumno de la Casa Familiar Rural de Presidente Tancredo Neves (CFR-PTN).
Optimismo para el futuro
Además del incentivo a la educación, recursos previamente inexistentes o poco difundidos en la zona rural, como el acceso a Internet y a las nuevas tecnologías que optimizan la productividad y la gestión de las prácticas agrícolas, han auxiliado en la disminución del flujo del éxodo rural en los últimos años.
Entre los estudiantes activos de las Casas Familiares en 2023, el 94,4% declararon tener acceso a Internet, y 57% ya utilizaron tecnologías en la agricultura. Para Wendrio Souza Santana, alumno de CFR-PTN, las soluciones tecnológicas que la institución ofrece hacen que la experiencia en la producción rural sea otra: “Medición de área con la utilización de GPS, cálculo de fertilización y encalado, análisis del suelo, libro de cuentas. Todas estas herramientas son excelentes para la administración de mi propiedad”, afirma.
El proceso de modernización del campo ha colaborado para tornar la vida y el trabajo en la agricultura más atractivos para la población más joven, que puede vislumbrar el campo como un espacio donde puede asumir el liderazgo para emprender y alcanzar sus objetivos profesionales y personales, con la ventaja de mantener la sucesión y la tradición familiar. Ana Mirela, por ejemplo, afirma que se va del campo solo con la garantía de su regreso: “Tengo ganas de estudiar Agronomía, pero quiero regresar a mi comunidad y mantenerme en la agricultura”, concluye.
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