“Estar en la zona rural es cuidar de nuestras raíces”

La adolescente Maíra de Sena estudia en CFR-PTN y es beneficiaria del Programa Social de la Fundación Norberto Odebrecht

Una gran honra. Es así que Maíra de Sena, de 16 años, describe la oportunidad de acceder a una educación de calidad para convertirse en una empresaria rural. La adolescente es alumna del 2º año en la Casa Familiar Rural de Presidente Tancredo Neves (CFR-PTN), una escuela rural que forma jóvenes en la Enseñanza Media integrada al curso técnico en Agropecuaria. La institución forma parte del PDCIS, Programa Social coordinado por la Fundación Norberto Odebrecht, y beneficia a cerca de 100 niños y niñas como Maíra todos los años.

El apoyo de la familia es fundamental para la jornada de Maíra, que está cursando la Enseñanza Media integrada al curso técnico en Agropecuaria

Pero su amor por la agricultura viene de antes de la entrada en la Casa: los padres de la joven son agricultores familiares y asociados a la Cooperativa de Productores Rurales de Presidente Tancredo Neves (COOPATAN). Y ellos saben de la importancia de apoyar a su hija a convertirse en una empresaria rural. “Es la familia, ¿no es verdad? El mayor incentivador”, opina Maria de Jesus, madre de Maíra. “Si no incentivamos a nuestros hijos, ellos se estancarán, después buscarán un empleo en otro lugar… Tenemos que ayudar, colaborar”, completa. Para ellos, la formación en la Casa Familiar está dándole las herramientas necesarias para que la joven continúe el legado de la familia.

Legado que Maíra también ve como esencial: “si me preguntasen antes, no sabría ni responder lo que quería hacer. Pero, ahora, pretendo quedarme en la zona rural”, cuenta. “Quiero hacerme profesora y seguir en el campo. Incluso porque [seguir en la zona rural] es cuidar de nuestras raíces, ¿no es verdad? Vinimos de esta raíz y tenemos que cuidar de ella”, opina.

Apoyo a los primeros cultivos

Después de cursar su primer año en la escuela en la forma remota, debido a la pandemia de Covid-19, Maíra está teniendo sus primeras clases presenciales en el 2022. “Presencial es diferente, ¿no es verdad? Mirar siempre para la pantalla del celular era muy agotador”, cuenta ella. Pero el apoyo adicional dado por su familia, profesores y colegas le posibilitó superar los desafíos impuestos por el distanciamiento. “Logramos vencer esa batalla, y afortunadamente estoy aquí, en el segundo año”, comenta Maíra.

Y ni siquiera el distanciamiento social afectó el impacto que el apoyo dado por la escuela tuvo en la vida de Maíra. En los llamados Proyectos Educativo-Productivos (PEPs), la Casa Familiar da los recursos necesarios, como abonos y plántulas, para que los jóvenes comiencen sus primeros cultivos. Después, monitores de la escuela les dan asistencia a los estudiantes en sus propiedades, ayudándolos para que el proyecto dé buenos resultados.

En el 2021, Maíra fue contemplada y comenzó a criar porcinos en la propiedad de la familia – su primera experiencia con animales. El objetivo, ahora, es incluir también el plantío de yuca en su PEP. Esa experiencia, unida con los aprendizajes obtenidos en su formación como técnica, le dieron a la joven la confianza de que tiene el conocimiento necesario para producir más y mejor. “Antiguamente mirábamos para el cultivo en el campo y pensaba: ‘¿será que va a funcionar?’. Pero hoy tenemos la seguridad de que funcionará”, expresa ella, sonriendo.